El trigo transgénico ya se utiliza en la harina convencional

Finalmente el trigo HB4 o "trigo transgénico", producido por la empresa Bioceres, llegó a las mesas de las familias argentinas. La empresa informó que ya se encuentran trabajando con 27 molinos, y están finalizando otra etapa, para la incorporación de más industrias. Por ejemplo, el Molino Esperanza, informó que ya llevan procesadas en las últimas dos campañas unas 10.000 toneladas con este tipo de cereal.

Recordemos que el trigo transgénico fue anunciado con bombos y platillos debido a su "resistencia a la sequía", algo que permitiría seguir obteniendo buenos rendimientos a pesar de las complicaciones que genera el cambio climático. Justamente fue la investigadora del Conicet y la Universidad Nacional del Litoral, Raquel Chan, quien dio con la aparición de este nuevo gen resistente, en este caso en el Girasol. Luego fue trasladado al trigo y la soja.

Sin embargo lo que poco que se dice del proceso de producción del cereal es que implica un nuevo "paquete tecnológico", explicado fundamentalmente por el incremento del químico Glufosinato de amonio. Además existe un problema al identificar la presencia de alimento genéticamente modificado.

En la Argentina no existe un etiquetado de Organismos Genéticamente Modificados (OGM), y tampoco existe un artículo en el Código Alimentario Argentino (todavía prevalece el que se sancionó durante la dictadura), que exprese la obligatoriedad de clasificar a los alimentos por su modificación genética. Por lo que la población no podría identificar si está consumiendo una harina HB4.

En el año 2020, más de 1000 científicos del Conicet y de 30 universidad públicas nacionales se expresaron en rechazo al HB4 en una carta pública dirigida al Gobierno Nacional.

“Esta autorización remite a un modelo de agronegocio que se ha demostrado nocivo en términos ambientales y sociales, causante principal de las pérdidas de biodiversidad, que no resuelve los problemas de la alimentación y que amenaza además la salud de nuestro pueblo confrontando la seguridad y la soberanía alimentaria” argumentaron en el escrito.

¿Qué implica este Trigo para la salud argentina?

Como mencionamos anteriormente, el método de producción incluye un "paquete tecnológico" basado en un aumento significativo de la utilización del químico Glufosinato de amonio, que en términos técnicos, "evita la proliferación y crecimiento de malezas".

Lo cierto es que este tóxico es un disruptor endocrino, o en otras palabras, un elemento que altera el sistema nervioso del ser humano. En este caso afecta a los neurotransmisores que están ubicados en el cerebro del ser humano, afectando las "ordenes" que el sistema nervioso traslada a todo el cuerpo.

En esa línea, el año pasado, científicos de la Universidad Nacional del Litoral (UNL); de la Universidad de Córdoba (UNC); y de San Martín (Unsam), publicaron un estudio en el cual demostraron que el glufosinato de amonio es uno de los pocos químicos, que junto a al glifosato, son capaces de agruparse y depositar moléculas perjudiciales para el ambiente en donde se desarrollen los cultivos. Debido a esta característica no se descarta que se puedan obtener residuos del veneno en los alimentos procesados.

Según informó el INASE (Instituto Nacional de Semillas), para la campaña 21/22, el trigo fue sembrado en 52.755 hectáreas, de las cuales 25.124 ha (el 47.5% total del país), están en la provincia de Buenos Aires.