Arrancó a funcionar la primera planta de tratamiento de aguas con microalgas de la Argentina

Desde la Universidad Nacional de Buenos Aires, en conjunto con Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), lograron reducir a diario grandes proporciones de contaminantes de 12 mil litros de aguas residuales urbanas, y producir cerca de 1 kilo de insumo para biofertilizantes. 

A partir de eso, se prevé que la iniciativa se expanda al resto del país, para sanear la problemática del acceso al agua potable, desde el proyecto inicial con su planta en La Matanza, cerca del Mercado Central.

Para eso, el docente e investigador de la Facultad de Agronomía de la UBA, Javier Rodríguez, dialogó con Frecuencia Desde La Raíz (fm 90.9), para contar de qué se trata y cómo se lleva a cabo este proyecto, además de valorar la inversión estatal, de la cual cree que, sin ella, "hubiera sido imposible".

"La iniciativa surge más que nada del Estado invirtiendo en ciencia y tecnología. Si no fuera por eso, no sería posible, porque hoy en día el proyecto y la planta tienen casi en un 90% financiamiento del Ministerio de Ciencia", aseguró Rearte.

De lleno con el proyecto, detalló que "lo que investigamos y proponemos es tratar aguas residuales que son aguas que al tener niveles altos de nitrógeno, fósforo y de microorgánica, que se obtienen de aguas residuales cloacales o de ciertas industrias como lo que es producción animal".

Luego, contó que lo que se hace con las microalgas es "captar el nitrógeno y el fósforo, bajar los niveles de materia orgánica, y producir una biomasa que al tener esos contenidos de nitrógeno y fósforo, puede ser utilizada como fertilizante".

De esta forma, reveló que el eje central del proceso es lo que se denomina "columna circular", que es "utilizar los desechos para producir nuevas materias primas o servicios económicos y ambientales".

Asímismo, adelantó que "la idea de la tecnología es que se aplique en pueblos rurales o pequeños municipios del interior del país, básicamente porque el sistema requiere una extensa superficie comparado con las plantas actuales, por lo cual en las grandes ciudades no sería viable, y la ventaja es que los costos energéticos son más bajos".

No obstante, afirmó que, de ahora en adelante, la idea del proyecto es "operar la planta durante un año para ver cómo cambia el proceso a lo largo de ese año, cambiando las condiciones climáticas y los hábitos operativos de la planta". 

Y en esa línea, agregó: "Estamos a mitad de camino y nos estamos presentando a una convocatoria para lo que es principalmente la inversión en la tecnología de separación, para automatizar ese proceso e implementar la parte de inteligencia artificial".

Por último, volvió a ponderar el aporte estatal al proyecto, y aseguró que "si estamos acá, es porque hubo un financiamiento en el desarrollo del conocimiento por parte del Estado que hoy en día es imposible que el mercado pueda pagar", y que "si no se desarrolla un sistema científico, el conocimiento se queda estanco o en los países que se desarrolla, y nosotros lo exportamos".